miércoles, marzo 01, 2006

Disparos en la oscuridad

Copio un párrafo de una nota publicada hoy:
Finalmente duros de entendederas, se resisten a comprender que un idioma es un instrumento, no una Acrópolis. Si quienes usan el chat se comunican eficazmente con sus signos y extravagancias gráficas, ¿cuál es el problema? El DNI de una lengua parece residir en su eficacia, no su calidad monumental.
Quizás este artículo sea en respuesta a este otro —publicado en otro medio periodístico, un artículo más interesante en mi opinión, aunque no comparta el afán normativo-correctivo de su autor—, quizá no. También es posible que el artículo se deba a un asunto más mundano —más cercano al tono de alabanza al sentido común que propone el artículo—, como el comienzo de las clases.

De todas maneras importa mucho más el contenido del artículo que la génesis. Y de ahí mi preocupación: el lenguaje se degrada si se reduce a ser sólo un instrumento de comunicación. La información podrá ser el objetivo de algunas prácticas, como el periodismo, pero aunque algunos se nieguen a creerlo, hay otras actividades en esta vida además del periodismo o del chateo. Son actividades o modalidades del lenguaje que se resisten a ser evaluadas desde el punto de vista de la eficacia informativa: por ejemplo, la poesía.

Sin entrar a debatir algunas de las posiciones heideggerianas —que algunos podrán creer similares a los extravagantes modismos chateros— pero con el objetivo de ilustrar una posición opuesta a la consideración reduccionista-instrumental del lenguaje, pueden leer este artículo: trata sobre la poesía y el lenguaje como la condición de posibilidad del mundo.

2 Sofismas:

El jue mar 02, 03:07:00 a.m. 2006, Anonymous Anónimo escribió...

Muy buenos ambos artículos. Gracias por señalarlos. El de Maresca tiene un título muy especial; no sé si considerarlo desafortunado o revelador. Quizás ambas cosas.

Mi intuición es que los dos artículos se equivocan un poco. Cuando se dice que nuestro idioma está «amenazado simultáneamente desde varios frentes» los reflectores suelen concentrarse en su vulgarización; en este caso, en los mensajes de texto. No me parece tan grave. Siempre habrán existido jergas de feria. Y quizás ni siquiera se trate de un problema nuevo sino de un problema que ahora es más evidente, porque hay más ocasiones de escribir y de mostrar y multiplicar lo escrito.

Pero cuando se habla de estas «amenazas» se suele ignorar la que para mí es más insidiosa: la pérdida del patrimonio lingüístico local bajo el influjo de una normativa uniforme para todo el ámbito de la lengua castellana. La Real Academia Española, todas sus publicaciones y todas las academias correspondientes, entre ellas la Academia Argentina de Letras que preside el citado Barcia, me parecen un enemigo mucho mayor que el chat, que los mensajes de texto o que cualquier semilengua de un muchachito de quince años.

 
El vie mar 03, 04:52:00 p.m. 2006, Blogger el sofista escribió...

Iván: En una entrada bastante anterior —en la época del III Congreso Internacional de la Lengua Española— había escrito en el mismo sentido que señalaste en el último párrafo:

Otra entrada relacionada, sobre el lenguaje y el totalitarismo desde el punto de vista de G. Orwell.

Algún día tendré que poder organizar todas las entradas en categorías. Ciao.

 

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