sábado, agosto 13, 2005

Reencuentro con XUL

XUL Signo viejo y nuevo es una revista de literatura experimental que se publicó por primera vez en Buenos Aires, Argentina, a principios de los años 80 bajo una de las dictaduras militares más represivas de la historia argentina.

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La revista representó un desafío a la censura y estableció un lugar de confluencia para múltiples poéticas experimentales. Más de dos décadas después de su primer número, esta edición electrónica reproduce la colección completa de la revista original en castellano, el texto íntegro de The XUL Reader, publicado en inglés por Roof Books en 1997, y en una fecha a determinarse publicará una serie de artículos críticos dedicados a la revista y especialmente escritos para esta edición.

Tal como aclara Jorge Santiago Perednik, el editor de XUL, en el editorial del primer número de la revista:
Una Revista de Poesía es un rara avis. A los poemas, hoy día, se los juzga un condimento secundario, bueno para sopas y guisos y que en la cocina habitual de una revista cultural llena los huecos dejados por la mala diagramación o las conciencias sucias.

Xul no es un error de diagramación, es una revista que se centra sobre la Poesía, que trata de llevar adelante los problemas que ella presenta y dar una vía de expresión a la nueva actividad poética argentina.

Ante la opción de hacer una revista literaria o una revista cultural, ambas capaces de atraer a un mayor público, se ha elegido el riesgo de la especificidad. Esto presupone —vista la confusión de los géneros literarios que se manifiesta últimamente y la reivindicación de su indiscernibilidad en algunas importantes teorías— afirmar lo poético como algo cualitativamente distinto y en este sentido reconocerse continuando una tradición.
El nombre de la revista anticipa la dificultad de interpretación que conlleva su lectura, por cuanto XUL puede ser admitidamente interpretado de distintos modos, sin que ninguna de esas lecturas sea la verdadera con exclusión de las demás —en abierta oposición a la lectura única y oficial de la época—:
El primero más evidente, la figura de Xul Solar, un creador argentino que logró dar carácter personal a su obra y a la vez concurrir esencialmente en el movimiento artístico mundial, sin copiar sus modelos y anticipándose en muchas de sus manifestaciones.

También Xul, Signo Viejo y Nuevo —tomo el verso tomado de un poema de Edgar Bayley— por esa dualidad implícita en el signo entre tradición y ruptura, entre institución y rebelión, el signo que constituye, a la vez que una barrera, el último punto alcanzado, un limite más allá del cual sólo existe el silencio.

Y Xul por lux, por la necesidad actual, frente a la desorientación que reina en el panorama poético y que no puede durar mucho, de no tomar posturas como la meteísta, de evitar las actitudes apresuradas y los callejones sin salida que más que modificarla la alimentan y en cambio sí volver la mirada atrás para continuar por nuevos caminos, tal lo que entendemos como genuina tradición poética, dentro de la cual se puede ubicar, en nuestro país, por ejemplo, al grupo Poesía Buenos Aires.

Siguiendo este rumbo, Xul se propone tautológicamente como una encrucijada, una línea que vuelve sobre sí misma, un viraje brusco. Voluntariamente deja de lado los
manifiestos preliminares cediendo a las obras la palabra. Por este camino no hay más remedio que terminar en alguna parte. Contra lo que dijo Hegel, paradójicamente, lo único arbitrario es el final.
Los doce números de la revista pueden consultarse gratuitamente en la Red o bajarse en formato .PDF, también sin cargo.

Hoy, inesperadamente vuelvo a leer la revista —ya no como compositor o componedor de textos y lector privilegiado sino como un lector más— y aquella época me parece del todo increíble: por un lado, una época plena de temor, un trasfondo insoslayable para la lectura de XUL y, por el otro, el enfrentamiento entre la poesía formalista —una simplicidad sólo aparente que admite lecturas complejas y elusivas— y la interpretación única. Esta lucha probablemente nunca terminará.